Tener más personas educadas y bien establecidas beneficia a todos los Ezidis (mlete Ezdi) del mundo. Con más Ezidis empoderados, tendremos mayores posibilidades de protegernos, de hacer oír nuestra voz en el ámbito internacional, e incluso de lograr nuestro sueño colectivo de reconstruir nuestra tierra ancestral, Ezdixan. Pero no podemos lograrlo confiando únicamente en los hombres. Necesitamos tanto hombres como mujeres Ezidis que estén educados, sean respetados y ocupen cargos de liderazgo. Ese es el camino hacia el verdadero éxito y la prosperidad. Forzar a las niñas a matrimonios tempranos solo para que tengan hijos—hijos que, debido a la falta de acceso a una educación y desarrollo profesional adecuados, probablemente no podrán contribuir de forma sólida a nuestra sociedad—mientras se espera que los hombres carguen con todo el peso, es una visión ingenua. Basta con observar cualquier nación exitosa: fíjense en cómo las mujeres contribuyen en igual medida a la solución de los problemas colectivos. Observen cuán fuertes y prósperas son esas sociedades.